viernes, 20 de marzo de 2009

Cuadernos de la guerra


Llegué a creer que era una cuestión de prejuicios.


No siempre. En un principio achaqué a la mala calidad de los textos el que me aburriera tantísimo leer sobre sexo, leer sobre drogas, leer sobre cuestiones escatológicas, abiertamente morbosas o de obvia brutalidad... creí que había textos cuyos autores sí sabían hablar de esas cuestiones, que podían conmoverme mediante las raras y valiosas palabras que tratan con acierto ese difícil (así se me antojaba) material.


Pero no lograba encontrar a quien me conmoviera hablando con rudeza de lo pornográfico, o de toxicidades marginales, mezcla de drogas, miseria malhablada y nihilismo soez, barato, pueril en lo asqueroso. Ni los colocones beats, ni Céline y sus infectos urinarios, ni Henri Miller y sus putas sifilíticas, ni Bukowsky y sus mantras de coños y agujeros del culo, nada.


Entonces llegué a creer que era una cuestión de prejuicios.


Un día dije: “Pero, ¿a quién le importa cómo mea fulanito, a quién le impresiona o le conmueve cómo jode tal o cual personaje, tanto detalle narrado con lenguaje de adolescente salido y romo? ¿No es toda esta murga algo caduco, ajado, falto ya de cualquier utilidad, sentido y pertinencia... no es algo, pues, mortalmente aburrido?” Y alguien me contestó: “Eso que dices puede aplicarse a cualquier tema sobre el que se escriba”.


Entonces llegué a creer que era una cuestión de prejuicios.


Y llegó ese libro de Marguerite.



Durante tres páginas, Duras describe a un hombre recién llegado de un campo de concentración (“treinta y ocho kilos repartidos en un metro setenta y siete”) Y nos habla del horror de su mierda. Mierda que salía de un cuerpo llegado del infierno nutricio. Del infierno. “Lo sentaban en un bacín en cuyos bordes habían colocado un cojincito para que no se hiriera”. Tres páginas que dejan herido el cuerpo, páginas con palabras de una explicitud que no alcanzo a comunicarte, que ni siquiera me atrevo a sacar de contexto. Porque alteraría todo su poder de conmoción.


Entonces supe que no era una cuestión de prejuicios. Que tres páginas hablando de la mierda me habían dejado temblorosa, emocionada hasta mis atónitos huesos. Me desperté en un nuevo lugar desde el que avisté de un modo diferente el acto que tal vez más ocultamos, en la vida real, a los sentidos de nuestros congéneres.


Termina Duras:


“Quizá fuera el bazo lo que le salía del cuerpo, o el corazón. Pues, en fin, ¿qué era aquello? Quienes pongan mala cara en el momento mismo en que leen esto, a quienes les revuelva el estómago, yo me cago en ellos, les deseo que se encuentren en su camino, un día, un hombre cuyo cuerpo se vacíe así por el ano, y deseo que este hombre sea el que consideran más bello, más amado y más deseable. Su amante. Les deseo un infortunio como ése”.


Entonces supe que hace tiempo tuve razón. Es una cuestión de calidad. Pero no se puede pedir el baile de Duras a tanto mono que pierde el culo por dar saltos.



6 comentarios:

  1. También pienso que es una cuestión de calidad. No la veo a usted con demasiados perjuicios a cuestas.
    El párrafo de Duras me ha dejado con el culo pegado a la silla. Glups.

    ¿A qué libro se refiere? Sólo leí El amante y de eso hace ya unos cuantos años.

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  2. Yo no he leído tanto como usted y sobre este tema no puedo opinar, aunque también me gustan las letras de Suzanne Vega. Y ahora mismo acabo de ver un vídeo con una entrevista que me ha encantado y me ha sorprendido. Y me quedo con algunas preguntas.

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  3. Nomes: Cuadernos de la guerra. Lo ha sacado la editorial Siruela.

    El texto del que sólo cito un pequeño párrafo es... uf.

    Frikosal: Usted opine, opine... ¿Va a ser el único en España en saber pronunciar la frase "yo de esto no sé"? Hombre, por dios... hay que ver más tertulias y paratertulias. No sólo entrevistillas y documentales de bichos, que seguro que de esas porquerías se alimenta usted, y así acaba con preguntas.

    Yo veo "La Noria" y el programa de AR. Todo son respuestas. Voy camino de la omnisciencia.

    Gracias...

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  4. A mi la ignorancia es lo que me mueve. Ahora tengo puesto solitude standing y me he acordado de la entrevista

    Solitude stands by the window,

    I can see by her eyes she's been waiting
    ..
    And she turns to me with her hand extended
    Her palm is split with a flower with a flame

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  5. Es Vd. Calipso ?

    I knew that he was drawning and I brought him into me

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  6. Calipso... Pobrecilla. Le dediqué un poema, pero merece más.

    Solitude es otra que acostumbra a vernos ir y venir.

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