martes, 15 de diciembre de 2009

lunes, 14 de diciembre de 2009

Cenicientas



Acabo de leer el cuento "La cenicienta que no quería comer perdices". No está mal, pero no me hace demasiada gracia. Qué dogmáticos y hasta tiránicos me suenan los jipis en su idea de "cómo es una mujer guay". Por mucho que el cuento tenga una parte irónica y autocrítica (así lo quiero ver yo), mamina, qué adoctrinador: los tacones, la talla, la depilación, las terapias y la salud (¡el parto!), la dieta, los amigos... Vamos, como el Cosmo


La cenicienta que no quería comer perdices



Por cierto: los tacones dañan la espalda y los pies, mejor usarlos muy de vez en cuando, sobre todo los altos y estrechos.

Pero eso de que chafamos todos los órganos del cuerpo... reflexología podal, uau. Y el parto en casa y la madre Tierra y lo buenas que son las hierbitas de Txumari para curarlo todo (bueno... casi), especialmente en infusión o en formato homeopático.

Esa "sabiduría femenina" debe de ser prima hermana de una profunda ignorancia sobre las leyes físico-químicas que gobiernan el Universo, y, por tanto, nuestro cuerpo. Porfa... más mujeres en las facultades "de ciencias". Estudiando y enseñando. ¿No está "Hipatia" en cartelera?