domingo, 29 de marzo de 2009


Hoy me cuesta bastante escribir


Ambas de: Alberto Montt


La espalda, el lugar donde las broncas y las llantinas se anudan, la sangre desplazada origina ese dolor que me abraza por la cadera, y la voz ronquísima y una pizca de fiebre...


Raro fin de semana. Urgencias, una mujer iba a dar a luz.

Así que alguien es mamá.

Me cuesta escribir. El trabajo, el quirófano, el dolor. El dolor lo cambia todo. El teléfono despierta un latido anómalo y me tiembla el párpado del ojo izquierdo. Es la otra persona que me llama. El corazón siente puntitos de luz como los que aparecen ante los ojos irritados, colirio, décimas y mi cuerpo curvándose en cualquier silla. Qué malas de sentar son las preguntas.

No paran quietas.

Amor, miedo y cinismo febril sin respaldo. Pásame el agua, un vasito de cristal, siento carbón en las cuerdas vocales. El bebé estará dormitando y mis nanas se caen, sangran, tengo voz de mujer enferma y casi tiro el vaso.

Hay algo en mi cabeza que no se sostiene. Tal vez soy un tentetieso. No sé si me estoy dejando llevar por alguna corriente marina, si el pelo me crece demasiado, si me siento como se sienten las algas, las medusas, si simplemente experimento el cansancio de los peces.

No sé si dormitar.

Floto.

Y mañana lunes apareceré en la playa, tendré que levantarme y recorrer ciento tres puestos de helados, preguntar a los turistas, recoger veinte toallas... Dios, cuánto trabajo.

Huelo a medicinas. Floto. No sé si dormitar.

Al menos, hoy he lavado casi todos los platos.

viernes, 20 de marzo de 2009

Cuadernos de la guerra


Llegué a creer que era una cuestión de prejuicios.


No siempre. En un principio achaqué a la mala calidad de los textos el que me aburriera tantísimo leer sobre sexo, leer sobre drogas, leer sobre cuestiones escatológicas, abiertamente morbosas o de obvia brutalidad... creí que había textos cuyos autores sí sabían hablar de esas cuestiones, que podían conmoverme mediante las raras y valiosas palabras que tratan con acierto ese difícil (así se me antojaba) material.


Pero no lograba encontrar a quien me conmoviera hablando con rudeza de lo pornográfico, o de toxicidades marginales, mezcla de drogas, miseria malhablada y nihilismo soez, barato, pueril en lo asqueroso. Ni los colocones beats, ni Céline y sus infectos urinarios, ni Henri Miller y sus putas sifilíticas, ni Bukowsky y sus mantras de coños y agujeros del culo, nada.


Entonces llegué a creer que era una cuestión de prejuicios.


Un día dije: “Pero, ¿a quién le importa cómo mea fulanito, a quién le impresiona o le conmueve cómo jode tal o cual personaje, tanto detalle narrado con lenguaje de adolescente salido y romo? ¿No es toda esta murga algo caduco, ajado, falto ya de cualquier utilidad, sentido y pertinencia... no es algo, pues, mortalmente aburrido?” Y alguien me contestó: “Eso que dices puede aplicarse a cualquier tema sobre el que se escriba”.


Entonces llegué a creer que era una cuestión de prejuicios.


Y llegó ese libro de Marguerite.



Durante tres páginas, Duras describe a un hombre recién llegado de un campo de concentración (“treinta y ocho kilos repartidos en un metro setenta y siete”) Y nos habla del horror de su mierda. Mierda que salía de un cuerpo llegado del infierno nutricio. Del infierno. “Lo sentaban en un bacín en cuyos bordes habían colocado un cojincito para que no se hiriera”. Tres páginas que dejan herido el cuerpo, páginas con palabras de una explicitud que no alcanzo a comunicarte, que ni siquiera me atrevo a sacar de contexto. Porque alteraría todo su poder de conmoción.


Entonces supe que no era una cuestión de prejuicios. Que tres páginas hablando de la mierda me habían dejado temblorosa, emocionada hasta mis atónitos huesos. Me desperté en un nuevo lugar desde el que avisté de un modo diferente el acto que tal vez más ocultamos, en la vida real, a los sentidos de nuestros congéneres.


Termina Duras:


“Quizá fuera el bazo lo que le salía del cuerpo, o el corazón. Pues, en fin, ¿qué era aquello? Quienes pongan mala cara en el momento mismo en que leen esto, a quienes les revuelva el estómago, yo me cago en ellos, les deseo que se encuentren en su camino, un día, un hombre cuyo cuerpo se vacíe así por el ano, y deseo que este hombre sea el que consideran más bello, más amado y más deseable. Su amante. Les deseo un infortunio como ése”.


Entonces supe que hace tiempo tuve razón. Es una cuestión de calidad. Pero no se puede pedir el baile de Duras a tanto mono que pierde el culo por dar saltos.



martes, 17 de marzo de 2009

Inciclopedia



Pequeño descubrimiento




En el polo, las guerras no son muy agitadas, por eso...



¡El pingüino emperador impone su ley!


jueves, 12 de marzo de 2009

mariscadillas...


"Fue un tipo valeroso, que se atrevió a ver si lo que tenía dentro la centolla era comestible. Y lo era."

"Hay una mitología del percebe cuya faceta más sorprendente es inglesa: los ingleses creían, Shakespeare incluido, que de su uña nacía un ganso, el barnacle, cuya carne tenía ciertas virtudes, especialmente en el terreno de lo erótico."

ÁLVARO CUNQUEIRO
Fábulas y leyendas de la mar

martes, 10 de marzo de 2009

Tras el 8 de Marzo


MARIE GOUZE


La Nueva España, 9 de Marzo del 2009

La acusación particular, basándose en la declaración del testigo que alertó desde su móvil a la Policía Local, sostiene que el acusado, J. C. G. F., que se encontraba en el mismo banco que la víctima, la sujetaba para que no se cayese hacia los lados debido a la intoxicación etílica.

«Lo que más le llamó la atención al testigo es que el acusado estaba tocando y manoseando (a la adolescente) por todos los lados», refleja la acusación particular; y que, posteriormente, el procesado, al ver que lo miraba más gente, cogió a la menor en brazos y la llevó a un banco alejado. Una vez allí, cuando llegaron los agentes de la Policía, el acusado continuó con su actitud de tocamientos.

«La menor tenía la falda levantada y las medias y la ropa interior por los tobillos», sostiene la acusación. Y añade que la menor tenía su cabeza apoyada sobre el hombro del acusado al encontrarse en estado de inconsciencia.

Ya en el centro hospitalario y a la pregunta formulada por la Policía sobre lo que estaba haciendo en el parque el acusado contestó:

«Lo que haría cualquier tío»

según la acusación particular.

MENTIRA


Artículos de la Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana

I

La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden estar fundadas en la utilidad común.

II

El objetivo de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles de la Mujer y del Hombre; estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y, sobre todo, la resistencia a la opresión.

Marie Gouze, conocida como
OLYMPE DE GOUGES



Los del Diseño Inteligente son como Telecinco. El tiempo que eres capaz de llegar a perder con ellos a veces no compensa un par de risotadas de cuando en cuando. PZ Myers





domingo, 8 de marzo de 2009

Me llamo Máximo Décimo Meridio, Comandante de los ejércitos del norte, General de las legiones Félix, leal servidor del verdadero Emperador Marco Aurelio, padre de un hijo asesinado, marido de una mujer asesinada, y alcanzaré mi venganza en esta vida o la otra.




Al subir la escaleruca a una moza
me encontré, me encontré, me encontré. (bis)

¿Amante o amada?

"El amado podrá ser un traidor, un imbécil o un degenerado; y el amante ve sus defectos como todo el mundo, pero su amor no se altera lo más mínimo por eso. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor arrebatado, extravagante y bello como los lirios venenosos de las ciénagas. Un hombre bueno puede despertar una pasión violenta y baja, y en algún corazón puede nacer un cariño tierno y sencillo hacia un loco furioso. Es sólo el amante quien determina la valía y la cualidad de todo amor.

Por esta razón, la mayoría preferimos amar a ser amados. Casi todas las personas quieren ser amantes. Y la verdad es que, en el fondo, el convertirse en amados resulta algo intolerable para muchos. El amado teme y odia al amante, y con razón, pues el amante está siempre queriendo desnudar a su amado, aunque esta experiencia no le cause más que dolor."




La balada del café triste
Carson McCullers

domingo, 1 de marzo de 2009